El conflicto entre los países vecinos de Eslovaquia y Hungría ha vuelto a subir el tono de nuevo durante el fin de semana. Eslovaquia prohibió el viernes que el presidente húngaro László Sólyom entrara en el país por un supuesto "riesgo de seguridad". La visita de Sólyom tenía como objetivo inaugurar un monumento en honor al fundador de Hungría y santo nacional, el rey Esteban I, en la ciudad limítrofe de Komárno, el centro de la minoría húngara.
die tageszeitung - Alemania
El Gobierno eslovaco se enfrentaría con poca grandeza a las provocaciones procedentes de Hungría, opina el diario de izquierda Die Tageszeitung: "Los húngaros no parecen haber digerido completamente hasta hoy que su imperio se redujo en tres cuartos tras la Primera Guerra Mundial. Por eso, a Budapest le gusta proclamarse patrón mayor de todos los húngaros. Eso parece intranquilizar sobremanera a Eslovaquia, en la que uno de cada diez [ciudadanos] es de origen húngaro. Si no, ¿por qué ha declarado ahora el Gobierno eslovaco al presidente húngaro como 'riesgo de seguridad'? ¿Habría sido menor el revuelo si el actual alto húngaro [László] Sólyom no hubiera querido inaugurar precisamente un monumento a San Esteban, el más importante de Hungría? El primer ministro eslovaco [Robert] Fico llamó a la planeada visita una 'burda provocación'. ... Fico se ha dejado provocar, y los húngaros pueden sentir ahora que tienen moralmente razón. Aun cuando el agua colma en ambas partes en cuestión de provocaciones, la próxima vez sería deseable que los eslovacos reaccionaran con un poco más de confianza en sí mismos."
Pravda - Eslovaquia
El diario de izquierda Pravda caracteriza de "desafortunada" la prohibición de entrada al presidente húngaro László Sólyom, pero se pone no obstante de parte del Gobierno eslovaco de Bratislava. "El enfado diplomático en la frontera habría sido evitable si el presidente no se hubiera comportado con tanta terquedad y arrogancia. Sólyom sabía perfectamente desde el principio que su viaje a Komárno sería problemático. Y extremadamente inoportuno. Sobre todo porque la ciudad de Komárno lleva tiempo negando a los eslovacos el emplazamiento para un monumento dedicado a los apóstoles eslavos Cirilo y Metodio. En esta situación, inaugurar un monumento en honor de San Esteban de la mano del presidente húngaro habría sido sencillamente una provocación. ... La decisión del Gobierno eslovaco de bloquear la frontera ha sido dura y desafortunada. Pero ha sido comprensible y, en suma, justificada."
Népszabadság - Hungría
El periódico liberal de izquierda Népszabadság ilumina motivos de política interna en Eslovaquia para la prohibición de entrada al presidente húngaro: "Según un proverbio eslovaco, quien quiere pegar encuentra siempre un palo. Así han actuado los altos dignatarios eslovacos y otros políticos eslovacos de Bratislava, quienes han hablado de una provocación intencionada en el marco de la inauguración de una estatua de San Esteban (el primer rey húngaro y fundador de Hungría) en la localidad limítrofe entre Eslovaquia y Hungría de Komárno. Algunos políticos eslovacos han llegado a imaginarse lo peor: el irredentismo [anexión de todos los húngaros]. ... El nacionalismo de los políticos eslovacos tiene motivos por un lado históricos y, por otro, motivos de política interna. Debido al creciente número de escándalos por corrupción en Eslovaquia y a los efectos negativos de la crisis económica, desean distraer la atención pública a otros asuntos. La campaña de difamación antihúngara siempre ha sido hasta ahora una carta ganadora. En este caso no ha sido diferente."
Die Presse - Austria
El periódico Die Presse llama a que la UE se posicione en el conflicto entre eslovacos y Húngaros: "Se trata de una disputa del siglo XIX –grotesca, nacionalista e inflamable. En otra época, este teatro habría llevado a una ruptura de las relaciones diplomáticas y quizás a algo todavía peor. Esta vez no se llegará tan lejos; ya la mera circunstancia de que ambas partes litigantes formen parte de la UE lo impide. Una vez más se muestra qué papel estabilizador juega la UE. Hay que agradecer a su fuerza de atracción que los conflictos de las minorías de Europa, con la amarga excepción de Yugoslavia, no se hayan desarrollado abruptamente tras la desintegración del imperio comunista en 1989. No obstante, las tensiones siguen latiendo en todas las partes donde no se solucionaron de manera limpia. La UE haría bien en ocuparse de ellos con más profundidad que hasta ahora y posicionarse en esta ocasión respecto a las muestras extremistas de Hungría así como a la singular ley de política lingüística eslovaca."