23 de octubre de 2009

La Unión Europea y los hispanohablantes en las regiones bilingües de España

Juan Julio Alfaya

¿Por qué la Unión Europea no impide la discriminación de los hispanohablantes en las regiones bilingües de España?

1º) Porque la Unión Europea se funda en el principio de diversidad de culturas, costumbres y creencias. La diversidad lingüística, pues, es totalmente acorde con este principio de diversidad. Considera, por lo tanto, que las lenguas minoritarias deben ser protegidas, aunque existan regiones en las que éstas se conviertan oficialmente en lenguas hegemónicas regionales y traten de eliminar a la lengua común de todo el Estado.

2º) La Unión Europea promueve el multilingüismo. Haciéndose eco del refrán eslovaco «cuantas más lenguas conozcas, más persona eres», la Comisión Europea reafirma su compromiso a favor del multilingüismo. Sin embargo, esa promoción del multilingüismo no rige para las comunidades bilingües de España donde la lengua común del Estado es considerada como «lengua impropia», impuesta, colonizadora e incluso lingüísticamente genocida de las lenguas minoritarias.

3º) La Unión Europea se asienta en el concepto de «la unidad en la diversidad»: diversidad de culturas, de costumbres, de creencias... y de lenguas. En ella, además de sus 23 lenguas oficiales (alemán, búlgaro, checo, danés, eslovaco, esloveno, español, estonio, finés, francés, griego, húngaro, inglés, italiano, irlandés, letón, lituano, maltés, neerlandés, polaco, portugués, rumano y sueco), se hablan aproximadamente 70 lenguas autóctonas y decenas de lenguas no autóctonas de las comunidades inmigrantes.

4º) El respeto de la diversidad lingüística es, junto con el respeto de las personas, la apertura hacia otras culturas, la tolerancia y la aceptación de los demás, un valor fundamental de la Unión Europea.

5º) Este principio se aplica no sólo a las 23 lenguas oficiales de la UE, sino también a la multitud de lenguas regionales y minoritarias habladas por diversos grupos de población. Por eso la Unión Europea no quiere ser un crisol reductor de las diferencias, sino un espacio en el que se deben respetar la riqueza de su diversidad cultural y lingüística y velar por la conservación y el desarrollo del patrimonio cultural europeo.

Sin embargo, no todos los documentos generados por la UE se traducen a todas las lenguas oficiales. La legislación y los documentos de mayor importancia o interés público se publican en las 23 lenguas oficiales, pero no son sino una pequeña parte del trabajo de las instituciones comunitarias. Otros documentos (por ejemplo, las comunicaciones a las autoridades nacionales, las decisiones destinadas a personas o entidades concretas y la correspondencia) se traducen únicamente a los llamados «idiomas necesarios».

En este punto, convendría que los expertos comunitarios se aclarasen sobre lo que consideran como «idiomas necesarios», pues este concepto entra en abierta contradicción con el invento político-lingüístico de las llamadas, en ciertas regiones de España, «lenguas propias». ¿Entraría el español dentro de la categoría de «idioma necesario» en España?

6º) En el ámbito interno, la normativa autoriza a las instituciones de la UE a decidir su propio régimen lingüístico. La Comisión Europea utiliza sólo tres idiomas - alemán, francés e inglés - para sus «asuntos internos», y sólo recurre a todas las lenguas oficiales para la información y comunicación públicas. En el Parlamento Europeo, en cambio, los diputados requieren los documentos de trabajo en sus propios idiomas y, por ello, la elaboración de documentos es totalmente plurilingüe desde el principio.

Es decir, que de las 23 lenguas oficiales, hay tres que son más importantes que el resto: el alemán, el francés y el inglés, utilizados para los «asuntos internos». Puesto que en la práctica el multilingüismo llevado al extremo resultaría insostenible económicamente, volvemos a acercarnos a la necesidad de una «lingua franca» o lengua común para todos los Estados de la Unión. De momento hay tres idiomas que son considerados como más importantes que el resto, pero quizás en el futuro uno de ellos sea la lengua común y oficial de toda la Unión, respetando esa diversidad lingüística que se funda en el principio de diversidad de culturas.

7º) De momento la Unión Europea no contempla la posibilidad de adoptar una sola lengua oficial porque, dicen, esto impediría a muchos ciudadanos de la UE entender lo que hace la Unión. Cualquiera que fuera el idioma elegido, habría una mayoría de ciudadanos de la UE que no lo comprendería en grado suficiente para cumplir la normativa, hacer valer sus derechos o poder expresarse adecuadamente a la hora de participar en las actividades comunitarias.

Pero si en el futuro las circunstancias obligasen a cambiar de criterio, ¿qué idioma elegir? En la UE, el idioma más hablado entre la población como lengua materna es el alemán, pero se usa escasamente fuera de Alemania y Austria. Las lenguas de la UE más extendidas en el mundo como lenguas maternas son el español y el portugués, pero la mayoría de sus hablantes no está en Europa. El francés es lengua oficial en tres Estados miembros, se habla en diversas partes del mundo y se enseña en muchas escuelas de la UE, pero es mucho más conocido en el sur y el oeste de Europa que en el norte o el este. De los idiomas de la UE, el inglés es el más extendido como primera o segunda lengua, pero los estudios recientes señalan que ni la mitad de la población lo domina de manera efectiva.

8º) ¿Qué hacer, entonces, con los hispanohablantes de las llamadas «nacionalidades históricas» en España? De momento, nada. Hacer la vista gorda y no darse por enterados de la permanente conculcación de sus derechos lingüísticos, pues la UE no contempla que la lengua oficial de un Estado pueda ser discriminada en una determinada región del mismo.

En resumen, la Unión Europea trabaja sobre la base del principio de diversidad lingüística y de respeto a las minorías, pero no contempla casos totalmente irregulares como el de Cataluña donde la lengua oficial del Estado es literalmente barrida de la enseñanza, la administración, los medios de comunicación e incluso de la empresa privada.

Quiero esto decir que, tarde o temprano, la Unión Europea deberá replantearse su política lingüística anacrónica y adaptarla a la realidad de los Estados que la componen.

NOTA: Este artículo está basado en varios documentos y publicaciones de la propia Unión Europea, tales como «Una nueva estrategia marco para el multilingüismo», COMISIÓN DE LAS COMUNIDADES EUROPEAS - COMUNICACIÓN DE LA COMISIÓN AL CONSEJO, AL PARLAMENTO EUROPEO, AL COMITÉ ECONÓMICO Y SOCIAL EUROPEO Y AL COMITÉ DE LAS REGIONES
Bruselas, 22.11.2005

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